lunes, 7 de septiembre de 2009

Ensayo Unidad I. El Siglo de la Ilustración: como el Despertar de la conciencia donde la razón iluminan a la Humanidad.

Maestría En Educación Robinsoniana
Cátedra:Pensamiento Educativo Venezolano y Latinoamericano
Integrantes: Juana Barreto, María Sara Vivas A., Gisela Guerrero, Ernesto Rojas Edixon Simancas, Enriqueta Müller.

El Siglo de la Ilustración: como el Despertar de la conciencia donde la razón ilumina a la Humanidad.

El Siglo XVIII, conocido como el Siglo de las Luces o Siglo de la Ilustración, emergió con un significado esencial: “La liberación del hombre de su culpable incapacidad”. De este modo lo resumía el filósofo alemán, Inmanuel Kant, (1724-1804). La Ilustración fue el optimismo referido al poder de la razón y a la posibilidad de reorganizar la sociedad de acuerdo con principios racionales. Independientemente que la historia no fue desechada, la misma fue considerada críticamente, descartando el pasado como base determinante de la evolución de la humanidad. En virtud de ese enfoque, la Ilustración apoyó un optimismo basado únicamente en el advenimiento de la conciencia que cada uno de los hombres pueda tener de sí, con sus aciertos y desaciertos. Por lo que, el significado de incapacidad refiere la imposibilidad de servirse de la propia inteligencia sin guías ni consejeros y fue precisamente en contra de ellos que los ilustrados forjaron un pensamiento nuevo y levantaron su voz de protesta. De allí pues que, la Ilustración produjo las primeras teorías modernas secularizadas sobre la psicología y la ética.
Valga decir que, así como en el Medioevo el objeto principal del conocimiento había sido la relación del hombre con Dios, he de notarse que, ahora el interés se centra en la relación del hombre con el hombre. En ese sentido, bien vale ilustrar con las palabras de Cardozo A. (1993), el reflejo de una época de considerable importancia del pensamiento, a saber: “Se generaliza la idea de que el objeto principal de la acción humana es la búsqueda de la riqueza, de ahí que los conceptos e ideas tradicionales que imponían normas morales cuyo cumplimiento estaba garantizado por la vigilancia de las autoridades religiosas, constituían para la burguesía trabas inaceptables. Hace falta un sistema que se oriente por nuevas ideas; que legitime los propósitos de enriquecimiento, surgidos en el seno de la vida social”. Con la tesis de que el hombre labra su propia salvación si se le deja en libertad de actuar: se afirma que “El bien de otros está implícito en mi propio bien”.
En medio del anterior principio se genera el concepto de justicia como un pilar fundamental del Estado, porque “la conciencia del bien y el mal tiene su origen en la naturaleza del hombre” y cualquier obstáculo que perturbe el orden natural contribuye al mal y no al bien. En esa dirección el Estado, en el marco de poder tiene la misión de consolidar el orden público, la equidad y la justicia social, aparte debe actuar en el área educativa y en las obras públicas “sólo cuando el individuo no interviene porque no son lucrativos”.
Con esa aproximación el racionalismo rebasa el escenario social del XVIII. La Ilustración o Siglo de las Luces, efectivamente, refiere a una ideología del movimiento revolucionario burgués, el cual, se encargó de desautorizar la tesis del origen divino a cambio de proclamar la emancipación del individuo del nexo social fundamentando una nueva filosofía que sustituye el principio de autoridad, es decir, el dogmatismo, por la razón. Esto es, el iluminismo, difundiendo saberes, irradiando ideas de manera progresiva, expandido por la idea del conocimiento analizado y comprobado por la razón para el progreso humano y su contexto.
Corriente de pensamiento que llegó a su máximo esplendor con los pensadores ilustrados que dejaron una fructífera herencia; hoy sus conceptos y términos están vigentes en torno a problemas estéticos, éticos, políticos y sociales. Cabe destacar, a Locke, Hume, Montesquieu, Voltaire, Diderot, Rousseau; ilustración y justificación con obras, como, conocimiento humano; ética y sociedad, cuya correcta y justa organización dependería sólo de la razón humana; del espíritu de las leyes, que postulaba un liberalismo; dureza contra el absolutismo, el hombre y su entorno; contrato social donde cada individuo pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, entre otras.
Es la luminaria del XVIII, el cual, se caracterizó por ser harto interesante, pues sus hondas huellas influyeron notablemente en la evolución de la humanidad, repercutiendo, naturalmente en el proceso histórico de América Latina y, obviamente, Venezuela, quien ha estado, desde siempre en sintonía a todo hecho que signifique un avance. En efecto, la centuria 1700/1799 fue bastante fecunda para nuestra nación; esto prueba que lo que ocurría en otras naciones intervenía directa o indirectamente en nuestro acontecer.
En ese devenir, de los autores protagónicos del iluminismo, cuyas propuestas pedagógicas han contribuido en la construcción del pensamiento educativo, implicando la asunción de nuevos modelos educativos propios para los países latinoamericanos, llaman la atención, el marqués de Condocert, Marie-Jean-Antoine de Caritat, (1743/1794) y Gaspar Melchor de Jovellanos, (1744/1811). Uno y otro, de más en más, imbuidos del espíritu de la Ilustración e inclinados en el intercambio de las ideas en cuanto a un continuo progreso científico y moral encaminado a la conquista de la libertad ante toda clase de tiranía y dar a conocer los adelantos para cambiar las estructuras sociales económicas y el fomento de un nuevo remirar en la educación.
Condorcet, filósofo y político francés deja para la posteridad su ideario político-educativo, inspirador para las ideas educativas en Latinoamérica. Él en su postulado plantea una instrucción pública que esté ceñida al ámbito social y político; a la luz de su pensamiento, su visión: “Ofrecer a todos los individuos los medios de proveer a sus necesidades, de conseguir su bienestar, asegurar a cada uno este bienestar, que conozca y defienda sus derechos y que entienda y llene sus derechos; asegurar a cada uno la felicidad de perfeccionar su industria, de capacitarse para las funciones sociales a las que tiene derecho a ser llamado, para desenvolverse en toda la extensión de los talentos que ha recibido de la naturaleza y para establecer entre los ciudadanos una igualdad política reconocida por la ley. Tal debe ser el primer fin de una instrucción nacional” Allí se resume su filosofía, además, es un convencido que la educación debe ser impartida en igualdad de condiciones para las masas a sabiendas que aquéllos que coronen estudios superiores repercutirán favorablemente en el colectivo.
De igual modo, preconizaba la investigación para todos y con todos y, sin límites de tiempo pensando en la dedicación a los niños. Asimismo, en su propuesta, Condorcet, plantea una “educación popular” y “educación permanente”, más allá de las instituciones escolares considera la posibilidad de la continuidad de estudios a la comunidad en general, tomando en cuenta sus necesidades prioritarias y su realidad contextual. Es de destacar que él, defiende la gratuidad y obligatoriedad de la enseñanza, de tal manera que se ilustre a los hombres para convertirlos en ciudadanos, también destaca la defensa e igualdad de los derechos y enseñanza de las leyes, la formación que personifique la esperanza revolucionaria, apartando vicios instaurados.
Interconectado Condorcet, conjuga racionalismo y humanismo, civismo y ética, ciudadanía y humanidad. Es evidente, allí, el horizonte que plasmará la libertad de la enseñanza, por lo que versaba una institución abierta y fluida que conduciría según él a: “la perfectibilidad de la naturaleza humana”. Subraya, además que, el orden social está regido por dos partes esenciales, la legislación y la instrucción pública. Ahora bien, la importancia es que, “nadie, ajeno a la propia intuición pública pueda decir lo que hay que enseñar, y lo que no se debe enseñar dónde está la verdad y dónde se encuentra el error… el poder político no puede impedir enseñar una opinión contraria a la que ha servido de fundamento a las leyes establecidas”.
Ha concebido sabiamente el nuevo modelo educativo, centrando su atención en una mejor instrucción, es decir, apuntalando a un individuo ilustrado como baluarte contra la charlatanería y manipulación, en aras de una sociedad igualitaria donde hombres y mujeres conozcan y esgriman sus derechos, con ética y en el marco de un escenario ampliamente democrático; esto, aunado a una información cívica en la formación de ciudadanos con verdad y a la luz de la razón, con el fin de alcanzar la libertad, la voluntad y el compromiso. Es evidente, la concepción del hombre nuevo y la mujer nueva interactuando en un nuevo universo social, acicalados con los valores, apegados a la educación y la instrucción con amor profuso por el trabajo creador. Es pues, el planteamiento de un proyecto educativo que forja el renacer de ciudadanos y ciudadanos con autonomía, determinación, iluminados por el conocimiento y la sabiduría en los valores esenciales para un humano vivir.
Seguidamente el activista y pensador español, Gaspar Melchor de Jovellanos. Su pensamiento, caracterizado de utópico debido a su análisis crítico a los problemas latentes de la sociedad, mucho más, por sus propuestas como vías alternas para la posible solución de los mismos y, más allá, por abrir senderos viables desde la reforma o la revolución, anima a denotar que, para su época esta manera de pensar era casi irrealizable. Su abanico de ideas concebía “la primitiva comunión de bienes”; así pues forjaba la paz duradera y la unidad entre los pueblos, pero, a su vez, reflexionaba, “la realización de esta utopía, estará posiblemente reservada a otra generación que está más preparada y menos corrompida que la actual”. Con sabiduría entendió que la transformación social es un proceso y como tal, es pausado y complejo, pero bien pensado evita caer en violencias que causan impactos y desórdenes individuales, colectivos y ecológicos.
Este brillante pensador se ocupa en su aporte educativo por la formación de la persona humana, sus reflexiones pedagógicas apuntan hacia la condición social del hombre, enlazando el binomio individuo/sociedad. Su teoría educativa la fortalece “una educación para la virtud”, en los espacios de la Instrucción/Educación/Virtud/Felicidad. Es el bien común, para superar las necesidades humanas, ensalzando el entorno comunitario y natural. Para ello, entonces, de lo que se trata es de crear la educación pública, educación escolar con sus particularidades en educación cívica, educación humanista y estética, educación para las niñas. Valga la siguiente cita, “la virtud y el valor deben contarse entre los elementos más destacados de la prosperidad social”.
Se trata inequívocamente, de ideas que contribuyen a romper viejos esquemas, obsoletos, develando plataformas para implantar un nuevo modelo ajustado a nuestras necesidades y realidades; abriendo caminos para una educación propia, auténtica y con amor por el trabajo. Son aportes que invitan a una reconstrucción histórica de cómo la educación popular ha venido constituyéndose en América Latina y Venezuela, naturalmente. Son propuestas para repensarla, en sintonía con los intereses populares.
En consecuencia, es afirmativo que aportes como los ya señalados influyeron e influyen en la actualidad para los cambios educativos que se requieren tanto en Venezuela y la región suramericana. Es meritorio destacar que, ellos, con sus ideas transformadoras, entronizaron la educación popular, con la expectativa de libertad y emancipación del espíritu, mediante la instrucción, desde los niños y las niñas y demás personas del colectivo, con la visión de virtud y felicidad para una sociedad próspera en todos los niveles.

Referencias Bibliográficas.

Biblioteca Ayacucho. Pensamiento de la Ilustración Economía y sociedad Iberoamérica en el siglo XVIII. Prólogo José Carlos Chiaramonte, México, 1997

Cardozo A. Proceso Histórico de Venezuela. Caracas Venezuela. 1993
Fernández, M. (2001) Jovellanos el patriota. Madrid. Espasa Calpe.

Galino, A. (1993) Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811). Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, nos 3-4, págs. 808-821.

Ginzo, A. (1994) Condorcet. Filosofía y Política. Universidad de Alcalá de Henares, Madrid

Jovellanos, G.M. (1984) Obras Completas. Oviedo. Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XXI, Tomo del I al V.

Pensamiento Pedagógico Ilustrado. Consultado el 28-08-09. Disponible en:
http://www.unesrvirtual.com.ve/aulavirtual/file.php/150/UNIDAD1/Recursos/pensamiento_ilustrado/ficha_del_recurso.html

Weinberg, G. (s/f) Ilustración y educación superior en Hispanoamérica en el siglo XVIII- Academia Nacional de Educación. Buenos Aires.

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